http://www.youtube.com/watch?v=3D5Up1aYJJs
Richard
Strauss en su lecho de muerte:
“Hace cincuenta años, compuse:
“muerte y transfiguración”. No me he equivocado, la muerte es tal como la había
imaginado”.
R. S. compuso este poema
sinfónico a la edad de 25 años.
López Villaseñor ( El corredor ) |
Corred, corred, corred, corred, así , más
deprisa , no os paréis ; no vaya a ser que alguien me vea, puede asustarse, no
debemos asustar a la gente con la visión de la muerte, y eso que voy bien
cubierto, con una sábana blanca, con una de las que había en la cama; me llevan
por un pasillo, he abandonado la habitación del hospital donde había
permanecido durante más de un mes como enfermo terminal; ahora supuestamente
estoy muerto, pero aún no del todo, no señor, por mucho que se empeñen todavía
no he estirado la pata; no me queda mucho tiempo, tal vez minutos o alguna
horilla, sea el tiempo que sea lo aprovecharé; sé que no voy a hacer nada
extraordinario, pero al menos hablaré y respiraré; cuando cesen ambas
facultades, sabré que estaré muerto, o mejor dicho, sabrán que estaré muerto;
me alegra poder emplear tiempos futuros, eso quiere decir que todavía me queda
un hilo de vida. El camillero va demasiado deprisa, al menos eso me parece; veo
una luz muy difusa a través de la sábana, son las luces del techo que iluminan
el largo pasillo. Me asombra la rapidez con la que me han sacado de la
habitación, la necesitarán para otro paciente, para otro paciente que tenga más
posibilidades de vida, yo era un caso perdido; en estos macrohospitales el
espacio clínico está muy valorado, no se andan con chiquitas y enseguida
solucionan todo por la vía rápida. ¿ Estaba solo o acompañado? Creo que mi
esposa y mis hijos estaban en la habitación, todo está muy borroso en mi mente,
estaba muy sedado y casi no podía diferenciar los rostros que veía, ahora estoy
más despejado, da lo mismo, este viaje lo tengo que hacer solo; la idea de
pertenencia ya no existía, ni les pertenecía ni me pertenecían, tampoco
pertenezco ya a ningún lugar, tal vez a una camilla y ésta adonde me lleve. Mi
voluntad no cuenta, estoy en manos ajenas, mi destino se acaba, mi cuerpo se
entrega inocentemente a quien lo quiera manipular; no opondré resistencia, no
porque no quiera, sino porque me faltan fuerzas físicas. Corred, corred,
corred, más deprisa, no os paréis y, sin embargo, un alto repentino, esperamos,
seguimos esperando, ¿ qué esperamos? Un ascensor, sí, debe ser un ascensor, se
abren unas puertas automáticas y entramos, ¿ iremos hacia arriba o hacia abajo?
Por lógica hacia abajo, no me equivoco: descendemos, ¿ iremos solos aquí
adentro? No se oyen intentos de conversación, además, aquí cada uno va a lo
suyo, cumple su función, su trabajo, a mí el camillero me lleva abajo, esa es
su función: llevarme abajo, lejos del mundanal ruido, ya no pertenezco a él, mi
nuevo mundo es el silencio, el reposo, el descanso en paz. Me siento bien, me
refiero a dolor físico, nada me duele y sin embargo, tengo la sensación de estar
perdido; debo vivir el instante, su continuación me produce miedo, no sé qué va
a pasar, o tal vez sí, pero no lo quiero aceptar, o tal vez ya pasó y no me he
dado cuenta, lo importante es hablar, aunque solamente sea para mí;¿ respirar?
Yo creo que estoy respirando, sí, estoy respirando; todavía seguimos bajando,
me llevarán al subsuelo, es el lugar que me corresponde, se mire como se mire,
es el declive, la hecatombe, el desmoronamiento, cualquier palabra es válida
con tal de que lleve implícita un sentido de movimiento descendente, así de
claro, y casi lo prefiero; en los sótanos de este macrohospital debe de haber
más tranquilidad, porque en las plantas de enfermos es un bullir de gente y de
ruidos desconocidos; quedarse unos momentos más con los familiares no soluciona
nada, no es agradable contemplar llantos contenidos y manos crispadas, todo a
punto de estallar; el momento de la partida es doloroso, por decir algo, el
cúmulo de sensaciones es indescriptible, la resignación hacia un destino
irreversible es la única contención. Recuerdo algo sus miradas, unas miradas
que se clavan para retener una última imagen y obligar a la memoria a su
conservación, menos mal que estaba sedado, hay vivencias que irrumpen con tanta
fuerza en mi interior que sólo son soportables bajo un estado de alelamiento.
Le agradezco a los médicos que me
trataron el saber medicarme, siempre estuve con un grado de consciencia
aceptable, advertía lo que me sucedía y lo que acontecía a mi alrededor, pero
siempre había un freno al desbordamiento de las emociones. Creo que ya hemos
llegado, sí, así es, la puerta automática se abre y salimos, se está más fresco
aquí abajo; emprendemos el camino a no sé dónde, vamos bastante rectos, eso
quiere decir que continuamos a lo largo de un pasillo; no hay tanta
iluminación, las luces están situadas en tramos más distantes, y seguimos y
seguimos y seguimos y seguimos y seguimos y seguimos y sí huimos y sí huimos y
sí huimos y huimos y huimos y huimos...¡Stop! Nos hemos parado y unas puertas
se abren, entramos; tengo la sensación de haber penetrado en un gran espacio,
presiento un enorme vacío agudizado por cierto frescor; no hace frío, hace
fresquillo, se está bien, ¡ como ando ligero de ropa!, me deberían haber
abrigado más, aunque bien pensado los muertos ni sienten ni padecen; no le voy
a dar importancia a pequeñeces en mis últimos momentos. La camilla ya no se
mueve y oigo unos pasos que se alejan, me han dejado en una gran sala, seguro,
en una especie de depósito, me han dejado solo, no tengo miedo, nadie me va a
comer, tampoco conseguirían grandes tajadas, estoy en los huesos, mucho que
expurgar y poco chicha; todo está a oscuras, o eso me parece, tendré que
acostumbrarme a la oscuridad, vaya por donde vaya tendré que contar con esto,
me puedo ir olvidando de los cielos azules y verdes praderas, o a lo mejor
no,¡quién sabe! Todo es tan incierto; también he de contar con la sábana sobre
mi rostro, ésta tamiza la poca iluminación que puede haber en este espacio,
pero no es lo mismo, cuando veníamos por los pasillos se notaba que la luz era
muy intensa y aquí de eso nada, lo dicho, me tendré que acostumbrar a lo que
hay.¡Qué silencio! Otra de las tantas cosas a las que tendré que habituarme,
además no es para tanto, siempre renegué del ruido; me doy cuenta de que soy de
mal conformar, pero es demasiado tarde, ¡a buenas horas! Ahora ya no hay
remedio. Me siento bien, tranquilo, después de tantos dolores que he pasado con
la enfermedad es gratificante sentirse sereno, me había hecho al sufrimiento, no
creía que después de innumerables penurias pudiera alcanzar la tranquilidad, al
menos no experimentar que alguna parte del cuerpo se rebelaba y que solamente
una medicación fuerte podía aplacarla. No creo que esté muerto del todo, los
muertos no razonan, no se mueven, yo no me muevo, pero es porque no quiero,
tengo sensación en los brazos y en las piernas, tampoco tengo por qué moverme,
me muevo si quiero y si no quiero moverme no me muevo... me estoy liando;
oficialmente estoy muerto para el mundo de allí arriba, aquí abajo es otra
cosa, se siente de distinta manera. ¿ Habrá más gente en este depósito? En
estos macrohospitales hay una gran producción de muertos, la gente antes se
moría en casa, ahora se amplió la oferta y en las reparaciones, la búsqueda de
remedios para cuerpos decrépitos y consumidos, buscamos en la ciencia una
solución que a veces no se consigue; entramos, pero ya no salimos, no al menos
por la misma puerta. Seguramente habrá más gente aquí adentro, claro que al
estar muertos no pueden decir nada, también están tranquilos, sosegados, las
prisas son para allí arriba, el reposo le toca aquí abajo; allí arriba, aquí
abajo; allí arriba, aquí abajo; allí
arriba, aquí abajo; allí abajo; aquí arriba; arriba abajo, allí aquí; arriba
abajo, allí aquí... un lugar. Estoy desnudo, bueno, casi desnudo, aún conservo
el pañal, al principio me quedaba bien, lo llenaba, al ir perdiendo peso la
talla que usaba me iba grande y me pasaron a una más pequeña, ésta me sienta
mejor. No es momento de coqueterías, lo que me pasa es muy serio, pero¡ qué le
voy a hacer! En el fondo me alegro, aún conservo cierta vanidad¡ qué caray!
Porque a mí así no me entierran; me gustaría que me pusieran uno de los muchos
trajes que poseía allí arriba, tenía uno gris que me sentaba de perlas, cuando
mi mujer me lo veía puesto, babeaba... pero ¿ qué digo? Si ya casi soy un
fiambre y recordando mi vida pasada, y ¿ por qué? A lo mejor es momento de
hacer recuento. No me siento con ganas para recorrer mi vida, para recordar
cada momento, para pararme en él y analizarlo; en el fondo estoy cansado, grosso modo he llevado una existencia fructífera, no exenta de
contratiempos y de desgracias también, igual que la de cualquier otro hombre,
he aprendido de la experiencia y me he dejado llevar por mi destino; no lamento
nada, me gustaría pararme en etapas de mi vida, contemplarlas desde la
distancia y desde mi edad madura, observarme, verme tal y como era desde que
era un bebé hasta este momento, admirarme y desilusionarme, reír y llorar, correr
y parar, amar y..., amar y..., amar y...¿ odiar? No, odiar no, mejor desamar,
vivir y morir... tantas y tantas emociones para repasar y no tengo ganas, estoy
vago, igual que un niño cuando no quiere hacer los deberes y su madre le empuja
a que realice su tarea; tal vez necesitaría a alguien a que me obligase a
recordar con detalle, sobre todo, detenerme sin prisas en mi vida hasta ahora;
quizá tenga toda la eternidad para hacerlo, o sea, que me lo tomaré con calma,
aunque bien mirado tiene que ser bastante aburrido: estar dándole y dándole
vueltas siempre a lo mismo sin poder tocar nada, no quiero ni pensarlo, por eso
necesitaría a alguien o algo que me motivaran, que supieran extraer de mí las
vivencias acumuladas durante mi existencia, y de otro modo, pero ¿ quién va a
haber aquí? Nadie, y si hay alguien son momias durmiendo el sueño eterno; por
ahora me niego a descubrir mi rostro, la sábana está bien como está; me
horroriza pensar en la panorámica que me puedo encontrar en este depósito, lo
que decía: momias, momias, momias, nomias, nomias, nomias, no mías, no mías, no
mías, no la mía la de otros; yo estoy vivo, o casi vivo, o semivivo, o como se
quiera llamar, pero aún no he estirado la pata. Hablando de pata y de su
prolongación el pie: hay algo que me molesta en el dedo gordo del pie derecho,
y no sé lo es, a lo mejor algún gusano tempranero que augura una futura
invasión... Mein Gott ,¡ qué desvaríos se me ocurren!, ¡ mira que soy
funesto!, ¡ no tendré otras cosas mejores en las que pensar!. La enfermedad me
ha dejado en los huesos, sólo tengo piel y huesos, puedo palpar las costillas,
los huesos de mis piernas y brazos; está claro que estoy vivo, muevo las manos
que son las que transmiten a mi cerebro esa sensación; huesos, un saco de
huesos, huesos, huesos, huesos, juesos, juesos, juesos, juegos, juegos, juegos,
juegos... juegos son los que van a hacer los gusanos con mis huesos, no van a
encontrar carne, chicha, no va a haber chicha, ni chicha ni limonada... ¡ qué
horror! ¡ cómo me estoy poniendo! ¡ qué pesimismo tan tétrico! Y lo serio es
que estoy diciendo la verdad, no tengo de qué asustarme, estoy consumido,
consumidito, consumidillo, consumidiño, ¡ mira por dónde!¡ cómo suavizan los
diminutivos la gravedad del asunto!... Muerte, muertecita, muertecilla,
muerteciña... ¡ bueno! No suenan mal, suenan a juego, a un juego de niños...¡
Menudo juego!. No sé por qué me preocupa mi delgadez, el pañal me sienta bien,
es lo que llevo puesto, espera que cuando me amortajen y me pongan el traje
gris, gris oscuro, el que me sentaba de perlas, me quedará flojo, pero en la
caja disimula.¡ Vaya preocupaciones que tengo! ¿ No tendré otras cosas más
interesantes en las que pensar? Es importante que una persona se ocupe de su
apariencia, además, una última impresión siempre permanece grabada en la
memoria... Definitivamente no quiero flores, nada de flores...¿ Cantos? Los que
quieran, me refiero a cantos serios, profundos, de ésos que tienen mensaje... ¿Palabras? Unas palabras bien escogidas, unas frases bien dichas sería lo ideal,
pero mis deseos nadie los oye, no he dejado nada escrito, mis últimas
voluntades no se conocerán; debería haber sido más previsor y haber redactado
alguna nota; mi ingreso en el hospital fue tan rápido y todo se precipitó tan
inesperadamente que ni tiempo tuve de pensarlo ¡ qué le voy a hacer!...¿ Mucha
gente? No, no y no, sólo los más allegados: familiares y amigos íntimos, nadie
más; no quiero que mi entierro se convierta en un acto social; sencillito,
sencillillo, no, esto no, sencilliño, sí, esto sí, un entierro y nada más, con
la seriedad que ello conlleva y nada más...¿ Llantos? Los necesarios, los de mi
esposa, que siempre ha sido de lágrima fácil y los de mis hijos, y éstos si
quieren, no se tienen que ver obligados a demostrar lo que no sienten; amigos:
si se les escapa alguna lágrima no importa, pero no quiero desahogos, que esto
de los entierros da pie a mucho alivio de penas y no precisamente a causa del
muerto. ¿ Por qué barreno tanto por algo que no voy a sentir ni a ver? Que me dejen
en paz, que no mareen mi cuerpo, porque para entonces sólo va a ser un cuerpo
inerte. Quiero tener sensaciones, preocupaciones normales, sentir lo de
siempre, lo de cada día, como cuando estaba sano, pero esto no puede ser así,
no, porque no, estoy en el crepúsculo de mi vida y en el umbral de lo
desconocido; tengo miedo, es lógico, la intensidad con la que percibo esa “ paura”
me da ganas de aullar; me encuentro mucho más lúcido ahora, la sedación va
perdiendo su efecto, necesitaría una poca más para amortiguar el choque con
próximas amarguras; en el fondo me alegro de que no haya nadie para pedirle una
dosis más, recuerdo: unas quejas de dolor y ya me estaban inyectando un
tranquilizante; ahora debo ser valiente, no puedo ser cobarde, al final debo mirar
de frente, percibir los últimos estímulos que me brinda la vida como un héroe,
como un héroe humilde, como un héroe anónimo y sin pedestal, pero eso sí, con
camilla. Aquí abajo no se oye nada, ¡qué tranquilidad!, siento una ligera
curiosidad por saber si hay alguien; no me encuentro cómodo con la sábana sobre
mi rostro, en cierto modo me aparta, me indica que ya no pertenezco a mi mundo
anterior, y sin embargo, siento cierta curiosidad por saber si hay alguien más
en este depósito; a lo mejor me llevo una sorpresa y está lleno de cuerpos en
reposo... lo de cuerpos en reposo me gusta más, más suave, porque la palabra “cadáveres”
da escalofríos; al menos aún no me considero uno de ellos. Y mi familia ¿ qué
estará haciendo en estos momentos?
Estarán apenados, desorientados; mis hijos es la primera vez que pasan
por esta situación, es la primera vez que se enfrentan a la desaparición de un
ser querido, la de su padre; deben sentirse como atados sin saber qué hacer. Mi
esposa, es otra cosa, ya ha experimentado lo que es perder a seres queridos:
quedó huérfana de padre y madre a una edad muy temprana; estoy seguro que les
ayudará a pasar el mal trago, que les
empujará a seguir adelante y que la pérdida de un padre no es más que una etapa
en la vida de una persona, la etapa final. Los he querido mucho a todos,
reconozco que a veces han tenido que aguantar mi mal humor, he sido algo
cascarrabias, pero mi temperamento no estaba hecho para mantener una sonrisa de
oreja a oreja todo el tiempo; creo que me han soportado estoicamente y sobre
todo durante el tiempo de mi larga enfermedad; ésta había minado mi ánimo y si
no llega a ser por su apoyo y palabras esperanzadoras habría llegado a este
depósito mucho antes, de eso estoy seguro. No debo pensar en pretérito ni en
futuro, sólo en presente, sólo me queda el presente y para esos momentos ,
instantes, mi existencia subsiste en tiempo mínimo, estoy destinado al
silencio, a la nada, a la transfiguración, a permanecer en el recuerdo de
alguien que me quiera rememorar y para esto va a ser un ámbito muy reducido:
familiares y amigos. Nunca he hecho nada extraordinario, colaboré con el género
humano para ser uno más de ellos, al menos traté de dignificarlo con mis
acciones; no deseo agradecimientos, ni pompas, ni de las alegres ni de las
fúnebres, pero eso de morirme tan solo y con tanto silencio, eso no me chista,
vamos, que no me va; la verdad es que no sé mucho lo que quiero, le que sí sé
es lo que no quiero. Por ejemplo, podían ser unas palabras de despedida bien
dichas, y una musiquita, ¿por qué no? Pues no quedarían mal, y puestos a
desear: algo de compañía, ya me llegará la soledad y el silencio, allá, en la
eternidad. ¿ Qué habrá detrás de esta sábana? Siento enorme curiosidad, no se
oye nada, ¿ y si la retiro un poco para ver lo que hay? ¿ habrá alguien que me
esté observando? A lo mejor estoy solo, eso es lo que creo, si no me decido a
retirarla un poco, me moriré con la duda y nunca mejor dicho... Un poco, un
poquito...Sí, creo que este depósito está vacío, hay como una penumbra, pero
tampoco me fijé con tanto detenimiento... lo intentaré de nuevo, retirando un
poco más la sábana...Mon Dieu!!!
Una araña gigante, sí, una araña gigante suspendida del techo, me cubro,
no quiero ver nada más; del susto hasta mi corazón palpita más deprisa, he
recibido como una especie de descarga en todo mi cuerpo, un shock; la impresión
me ha sacudido por entero, me siento con más energía; ha sido como una
inyección de vida... No, no puede ser, analicemos la situación, una araña
gigante aquí no, ¿ qué pinta una araña gigante en este depósito? Lo más
probable es que sea pequeña, normal, pero dadas las circunstancias en las que
estoy la tendencia a la exageración me traiciona y me hace ver cosas que no
existen o que sí existen, aunque dentro de los cánones lógicos de la realidad.
Será una arañita. Voy a repetir esta palabra varias veces para tranquilizarme:
arañita, arañita, arañita, aran-ñita, aran-ñita, aran-ñita, alan-ñita,
alan-ñita, alan-ñita... Me siento mejor, como si el diminutivo menguara la
exageración. Estoy sereno y voy a intentarlo de nuevo... My Got!!! Una
araña gigante, no puede ser, debo haber visto otra vez mal y con taparme la
cara no soluciono nada; el miedo me impide fijar la mirada, tengo una idea
global del instante y no de los detalles; sea como sea, no hay quien me quite
de la cabeza que he visto una araña, además, de las grandes. Insisto, podrán
ser delirios de moribundo, pero yo he visto una araña gande, muy grande. Lo
intentaré de nuevo, por aquello de que a la tercera va la vencida... Mein
Gott!!! Una araña gigante...sí, es una araña, es una “aranña”
metamorfoseada... bien mirada, parece una figura humana metamorfoseada en “
aranña”...Sí, sí, ya veo, ya estoy hecho a la penumbra, es la figura de un
hombre muy delgado, en los huesos, como yo, con los brazos extendidos, ¡ y qué
brazos tan largos! ¿las piernas? Tan largas como los brazos, ¿ el cuerpo?
Desproporcionadamente más pequeño que las extremidades, y muy flaco, ahí está
la causa de mi confusión, ¿ el rostro? Serio, con enormes ojos, parece como si
me estuviesen mirando fijamente. Me sorprende la capacidad de percepción que
tengo, puedo distinguir esa figura no a la perfección, pero casi. Aquí todo es
penumbra; lo que me pasa es que me estoy adaptando al entorno y como aquí
apenas existe luz la vista tiene que acostumbrarse a lo que hay, sí, seguro que
es eso, ¿ Qué hace este hombre suspendido del techo con los brazos extendidos
en forma de cruz? Además, lo han colocado delante de mí, o a mí me han colocado
delante de él; la verdad es que impresiona, no lo entiendo. Miraré para otro
lado. Este depósito es de grandes dimensiones, está destinado para albergar
cantidad de cuerpos, los techos son muy altos y las paredes quedan muy
distantes, nos han situado en el centro mismo de este gran espacio. Solamente
estamos nosotros dos, al menos ya no estoy solo¡ qué alivio!; aunque este
individuo debe estar tan muerto como yo, él aún más porque yo me muevo, no
mucho, pero me muevo. Apostaría que en esta gran sala hay eco, siempre me ha
gustado, allá arriba cuando me encontraba en lugares donde mi voz se podía reproducir, hablaba en voz alta
o gritaba suavemente, el oír la respuesta a mi propia voz me parecía algo
mágico, tenía la sensación de la existencia de otro yo más allá. ¿ Y si gritara
un poquito? A lo mejor mi otro yo anda por aquí cerca... No, no y no, me tengo
que controlar, tengo que controlarme como lo que soy: un muerto o casi. Los
muertos no andan dando gritos, da lo mismo con eco como sin eco, con eco como
sin eco, con eco como sin eco, con hueco como sin hueco, con hueco como sin
hueco, con hueco como sin hueco, con huevo como sin huevo, con huevo como sin
huevo, con huevo como sin huevo...con huevos como sin huevos.¡ Anda que hay que
tener huevos para ponerse a gritar en este depósito donde todo es paz y
tranquilidad! Se da por sabido que aquí abajo reina el silencio y que los
muertos muertos están, así que nada de escándalos, a callar, debo estar
tranquilito, tranquiliño, eso. Debo tener algo extraño en el dedo gordo del pie
derecho, no me molesta mucho, pero es algo ajeno a mi cuerpo ¿ y si me
incorporo para ver lo que tengo? Los muertos no se incorporan, aunque yo no
estoy muerto, estoy moribundo; en realidad no sé lo que soy; mejor levanto la
pierna, sacaré el pie fuera de la sábana...¡ Vaya! ¡vaya!¡ si me han puesto una
etiqueta! Seguro que han escrito mi nombre en ella, la dirección ahora no
tengo, quizá hayan puesto las causas de mi muerte; no creo que interesen mucho;
me la han atado un poco fuerte, ahí era
donde radicaba la molestia, ¡ qué tontería! Si no me voy a perder, bueno no me
pierdo porque no quiero, esta camilla tiene ruedas y aún podía dar una
vueltecilla, un susto momentáneo aún podían llevarlo, mira que si entran aquí
y no me encuentran ¿ qué pensarían? ¿ que me habría fugado? Sería “ridicule”
, yo nunca haría eso; asumo mi situación, mi papel, el de muerto. Estoy
etiquetado. ¡Anda! Este hombre también tiene una etiqueta que cuelga de su pie,
de su pie exactamente no, de una punta que le han clavado; ¿y qué pondrá? Ahora
sí que me tengo que incorporar; no, no, moveré ligeramente la camilla y de
nuevo volveré donde estaba, no quiero que sospechen que me he movido; no veo
con claridad, ¡claro! No hay luz, más bien oscuridad, entonces, me acercaré un
poco más, sí, ahora sí: “ Cristo románico, siglo XII”; ¡ qué lujo! ¡qué clase!
Yo no soy tan añejo, pero tengo mi orgullo, no seré del siglo XII, pero sí soy
del siglo XXI, quiero que se olviden de mi nombre y que en mi etiqueta
escriban: “ Hombre moderno, siglo XXI”,¡ qué cerca estamos! ¡vaya dos joyas que
estamos hechos! ¡ qué ejemplares de pura raza!¡ cuánta decrepitud!¡ cuánta
irracionalidad!¡ cuánta escasez de todo!. ¡Menos mal! Ya no estoy solo, al
menos tengo con quien hablar telepáticamente; no pienso pronunciar ni una
palabra, lo dicho, los muertos no hablan, así que yo ni mu, ¿ cuánto tiempo
llevas aquí? Siglos por lo que veo, aunque no todo el tiempo lo pasarías en
este depósito, digamos que llegaste aquí por ironías del destino, o porque
también estabas desgastado como yo; hay que reconocer que allí arriba no se
andan con monsergas, los trastos viejos y
fuera de uso los apartan rápidamente de la vista; para eso nosotros dos:
nous voici! Vivos ejemplos de una inutilidad. Permíteme que te toque un
pie, no te voy a hacer cosquillas, aunque unas pocas no te vendrían mal para
alegrar esa cara de palo; disculpa la familiaridad con que te trato, pero me
queda poco tiempo para andar con remilgos y hay que entrar pronto en confianza;
estás duro, te has fosilizado, no me extraña, ¡ con tantos siglos!; no, no, no,
era una broma, ya sé que eres de madera, en tus años mozos hasta llegarías a
ser policromado, sí, se te ven restos de policromía y hablando de “poli” el
tacto me dice que tienes agujeritos, es decir, que la polilla se ha adueñado de
ti, pues mira,¡ qué le vamos a hacer! A ti te ha tocado la polilla y a mí la
enfermedad, que no deja de ser la polilla de un cuerpo humano. Mírese como se
mire los dos estamos picados, lo que te decía:¡ qué le vamos a hacer!¡ cada uno
con su cruz!...¿ a qué me suena esto?. Veo que a ti también te han puesto pañal;
créeme, no es por nada, pero me alegro, aunque nada más sea un poquito, en plan
solidario; esto nunca lo he llevado bien, cuando me lo pusieron por primera vez
se me cayó el alma a los pies, significaba que había perdido el control, aunque
solamente fuera el control de una parte de mi cuerpo; sabía que éste se
desbocaba y temía no poderlo dominar y así fue, desde aquel entonces todo ha
ido de mal en peor; en una palabra, que es un alivio saber que más gente usa
pañal. Tienes una herida en el costado, ¿ qué te ha pasado? ¿eres donante de
sangre? Tienes rastro de ella, de tanto darla te han dejado seco; es que a
veces abusan del ser humano los de su misma especie; está visto, no se puede
ser bueno. Se te notan las costillas, a mí también; tus rodillas son
prominentes, las mías también; tu rostro está pálido, blanquecino, el mío
también; tus brazos y piernas se han prolongado en unas manos y pies que se
alargan en busca de un límite, los míos también; nuestras extremidades se han
convertido en palos, ramas de un tronco que se debilitan hasta la extenuación.
¿ Cuánto pesaremos? Somos peso pluma y creo que aún exagero; la tierra va a
delirar con nosotros, pocos nutrientes va a recibir por nuestra parte... ¿ No
oyes? Sí, sí, presta atención, nos han puesto música, ¡ qué amables!, han
adivinado mi pensamiento, me hubiesen gustado unos cantos, pero ¡ al no poder
escoger!; no obstante, me gusta esta música, va mucho con el ambiente; no,
seguro que no la han puesto porque nosotros estemos aquí, los de arriba la
ponen como música ambiental, para crear un atmósfera en consonancia con las
circunstancias; a veces soy mal pensado ¿ por qué no la habrían puesto por
nosotros? Tampoco tengo indicios de lo contrario, así que, por una vez o por
última vez, quiero ser bien pensado: seguro que va dedicada a nosotros. Me
gusta lo que oigo, creo que ha sido bien elegida, me transmite sosiego,
serenidad, esta música me trae recuerdos de mi vida, que tampoco hace tanto
tiempo que la dejé, pero ya forma parte del pasado, de mi pasado: esas flautas,
los instrumentos de madera, el oboe, todos me representan, musicalmente
reconstruyen mi vida, no me quedan palabras para recordar, ya las he desgastado
todas allí arriba, y sin embargo, esta música crea para mí lo que por
agotamiento no sabría expresar verbalmente; la muerte me acecha, lo sé, ese
brusco golpe de timbal y el trémolo de violines me dicen que anda cerca; me
resistiré hasta el agotamiento, a fin de cuentas tengo derecho a exprimir mi
vida hasta el último aliento; ¿ tú qué opinas? No opinas nada, no hay nada que
opinar, la extinción no suscita opiniones, la misma palabra absorbe el
razonamiento que se puede hacer sobre ella. Voy a mover la camilla a su
posición anterior, así podré verte de nuevo al completo; ¡ vaya ojos tan
grandes que te han hecho! No sé cuáles serían las intenciones del escultor,
pero se pasó un poco, di tú que así ves mejor; ¿ qué no habrás visto a través
del tiempo? Habrás visto de todo, y sin embargo, sigues con ellos abiertos de
par en par, ¡ vaya paciencia! Yo en tu lugar quizá ya los hubiese cerrado. Poco
hemos avanzado, en la ciencia hemos llegado a grandes metas, humanamente
hablando nos hemos quedado en la edad de piedra, y no exagero. Fíjate que podía
haber dicho la edad del cobre, o del bronce, o del hierro, y no, dije la de
piedra, más primitivo todo, más animalllllll. Se está cómodo en esta camilla,
tiene un ligero mullido y eso hace que mis huesos no perciban la dureza de una
superficie plana...¡ Mira al fondo! Detrás de ti hay una puerta y sobre ella un
rótulo luminoso con la palabra EXIT; no me había fijado todavía, tampoco tiene
nada que ver, así que excusas girarte; me llamó la atención porque es la única
salida que tiene este enorme depósito, por allí seguro que hemos entrado y
naturalmente saldremos, ¿ adónde nos llevarán: a un horno crematorio o a una
fosa? Who knows? Quien lo sepa llevará un premio: un perrito piloto. ¿
Sabes una cosa Cristo románico siglo XII? El hecho de hablar en plural me
consuela, ambos seguimos un mismo destino, la misma dirección y eso me alivia;
aunque no lo parezca, mi miedo, mi angustia me obligan a compartir, a buscar un
socio a su pesar; casi te exijo que me prestes atención; en estos momentos nos
necesitamos, tú, no sé si lo tendrás claro, yo no, estoy ciego ante lo que se
avecina; empezaré a dar tumbos y precisaré de alguien en quien apoyarme, un
bastón de madera, por ejemplo, como tú, tú estás hecho de ese material... Estoy
empezando a ponerme trágico, prestaré oídos a la música, será mejor a ver si me
tranquilizo un poco, sí, seguro que sí... ese violín, el arpa, la flauta me
recuerdan mi adolescencia, el amor, sí, necesitaría mucho amor en estos
momentos, pero me han separado de mi familia, claro, en teoría ya estoy muerto,
me mantendrá su recuerdo; me siento mucho más tranquilo, hasta parece que
respiro un poco mejor; no obstante, la angustia me come al pensar en el próximo
golpe de timbal porque me anuncia una nueva arremetida de la muerte. Tener el
rostro descubierto no me hace sentir tan muerto, a fin de cuentas tampoco lo
estoy, casi, pero no del todo. Se está tranquilo aquí abajo, hay paz y
silencio, si esto es la eternidad yo diría que no se está tan mal, bueno, la
eternidad o como se quiera llamar al estado posterior de la muerte; sólo es
algo aburridillo, aunque con alguien como tú que das compañía y no incordias se lleva bien; yo me
desahogo, tú ni me das la razón ni me la quitas; a lo mejor es debido a la
comunicación telepática, comprenderás que verbalmente no puedo decir ni mu, ni
ma, ni me, ni mi, ni mo, ni muuuuu. Sin embargo, voy a decir en voz alta mamá,
no me importa que sea lo último que diga en alto, fue el primer sonido que
pronuncié en mi vida, así que puede ser perfectamente el último, ahí va:
“mamá”, bueno, ya me he quedado aliviado. ¿ Qué te estaba diciendo? ¡Ah! Sobre
la comunicación, pues que estás en tu derecho a no decir nada, habrás hablado
tanto a través de los siglos que te has quedado mudo; no me extraña, la gente
hoy en día no está por los sermones y has decidido permanecer en silencio;
además, tienes que estar agotado, todo el rato con los brazos en cruz, eso
tiene que ser extenuante, quien te mortificas eres tú...He oído un ruido, la
puerta está entreabierta, ¿ quién será? Seguro que vienen por nosotros, yo aún
no estoy preparado, quiero decir que aún no me he muerto; claro, ellos no lo
saben, asumen que al estar aquí abajo” tutto è finito”, pues muy mal
hecho; ¿ qué hago ¿ cierro o abro los ojos? Hasta me he puesto nervioso, antes
de nada me calmaré y observaré quién entra... Nadie, nadie, estaré a la
expectativa, no hay ningún ruido...¡¡¡ Una pelota entra botando!!! ¿ Qué pinta
aquí una pelota? ¡ Anda! Y viene hacia aquí, esto no me parece normal, ¿ tendrá
algún significado especial? ¡¡¡ Trágame tierra!!!... please, not yet!;
sigo insistiendo que no me parece normal; ¿ tú que opinas? Nada, ya lo sé, les
dejas hacer lo que les dé la gana y así salen las cosas. No has cerrado los
ojos y yo tampoco; me intriga la entrada de esta pilota, ¿qué significado, qué
simbolismo tiene una pileta en este lugar? Un pilote no pinta nada aquí y una
paleta menos. Habrá alguien jugando aquí abajo, no me imagino a los médicos o
enfermeras jugando de lo lindo con una pelota; creo que es una reflexión muy
poco acertada con una posibilidad muy remota... Alguien entra, sí, es un niño,
está claro, estaría jugando cerca de aquí, viene en busca de su juguete; no
debemos movernos sino se llevará un susto de muerte, nunca mejor dicho; voy a
cerrar los ojos y permaneceré inmóvil, no obstante, intentaré entreabrir los
ojos y observar lo que hace; no me atrevo, se está acercando cada vez más;
diría que ya está a nuestro lado, te está contemplando y no se ha asustado, ¿
verá con esta penumbra? Los niños son muy listos, tienen vista de lince, ¿ lo
ves? Tienes que verlo, no has cerrado los ojos, te mira fijamente, os miráis
fijamente, yo os miro fijamente, todos nos miramos fijamente, por un instante
el mundo se ha mirado fijamente; te está tocando el pie, es el tacto de la
creación y ahora viene hacia mí, mis ojos están cerrados, noto que me observa,
examina mi rostro, pasa su mano sobre él, recorre cada una de mis facciones y
advierto que es mi último contacto con un ser humano, mi despedida. Se va en
paz y nos deja en paz… La muerte ataca de nuevo, la música se hace cada vez más
agresiva, se inicia el combate de nuevo, ya no me quedan fuerzas, me niego a
abdicar, y sin embargo me doy cuenta de que mi cuerpo está a punto de sucumbir,
estoy cansado, renunciar es noble, la muerte exige una transfiguración no sólo
de cuerpo sino de espíritu también; Cristo románico siglo XII ha llegado la
hora de despedirnos, ha sido muy grata tu compañía, sobre todo en estos últimos
momentos el poder hablar en plural ha llenado la soledad que la situación
impone, ¿ te vienes también? O ¿te
quedas? O quizá ya te has ido. A lo mejor nos volvemos a ver, así que la
despedida no quiero que sea formal, con un “ arrivederci” es suficiente,
no quiero hacer aquí el final de una tragedia. Creo que me quedan cosas por
decir y hacer, mi mente se carga, en ella hay un enorme batiburrillo, ya casi
no me queda tiempo y lo que me gustaría expresar no encuentra coherencia en la
ordenación de las ideas, pierdo la razón, mi cuerpo está a punto de extinguirse
y con él mi voluntad; tengo frío, desearía calor humano, un toque de lujuria
para despertar de nuevo a la vida, pero
de este cuerpo ya no se puede esperar nada, está agotado y exige reposo, me
muero deseando oír unas palabras hermosas de despedida y al mismo tiempo de
esperanza; este depósito es un lugar de transición, desangelado, inhóspito,
nada se puede esperar de él. ¡ La música! ¡ la música! La música ha cambiado, es
lo único que me queda de los seres vivos, es mi única conexión con el ser
humano y con lo que queda de mi ser humano; un último esfuerzo, mi último
esfuerzo será agarrarme a ella, asirme a ella con uñas y dientes; estoy
entrando en un “ decrescendo” , me
abandonan las fuerzas, la vista me falla, la penumbra se hace más intensa y
alcanza la negra oscuridad de la noche, mi cuerpo ha llegado a su máxima
profundidad, creo que ya me he muerto... Bueno, aún no del todo. Ha llegado el
momento de mi transfiguración, ya no soy yo, soy otro, lo sé por la armonía, poco
a poco se clarifica: los violines, las trompas abordan un “ crescendo”, estoy en él, exhalaré mi último suspiro, las luces
del depósito paulatinamente van creciendo en intensidad y por primera y última
vez puedo ver con toda claridad mi mundo circundante: un simple depósito,
vacío, inhumano, con sus dos únicos supervivientes a punto de extinguirse: “ Un
Cristo románico, sigloXII” y “ Un hombre moderno, siglo XXI”... La música se
acaba, yo me acabo, la música se acabó, yo me acabó...a cavar..............................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................Creo
que aún no me he muerto del todo, me falta poco, eso sí, pero aún no he
rematado. No me voy tranquilo hasta que alguien pronuncie unas palabras de
despedida; esta agonía va a ser muy larga, lo presiento, me he empecinado en
que alguien diga algo y aquí abajo lo veo difícil¡ paciencia!...¡ Allí, al
final! Aquellas letras rojas, movibles, en una pantalla electrónica, van
demasiado deprisa, tendré que prestar atención, no puedo leer con tanta
rapidez, quien las haya puesto no se da cuenta de que un casi muerto no tiene
los mismos reflejos que un vivo, no obstante, ha sido un detalle por su parte,
me han adivinado el pensamiento, y yo me he equivocado en mi presentimiento, a
ver qué es lo que pone: http://www.youtube.com/watch?v=jeAw8ycjnro Aufersteh’n, ja auferstehen wirst du,/mein Staub, nach
kurzer Ruh’!/Unsterblich Leben! Unsterblich Leben/ wird der dich rief, dich
rief dir geben!/…………………………. http://www.youtube.com/watch?v=tf5fM1i3MGQ O glaube, mein Herz, O glaube:/ es geht dir nichts
verloren!/ Dein ist dein ja
dein, was du gesehnt!/ Dein, was du geliebt, was du gestritten!/ ……..O Glaube:
Du wardst nicht umsonst geboren!/ Hast nicht umsonst gelebt,
gelitten!/………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………….Sigo
insistiendo en que las letras van muy deprisa, pero es lo que hay; ya me voy
más tranquilo, me ha gustado lo que dicen, aunque más me hubiese gustado que
alguien, que una voz me las hubiese susurrado y cantado al oído, ahora tampoco es
cuestión de enfadarse, eso es todo, me voy, ¡Hala! Ya me muero.
Resucitarás, sí, resucitarás/
mi polvo mortal, después de un breve descanso!/ ¡la vida eterna! Aquél que te
llamó te la dará...........Cree corazón mío, cree/ ¡ no hay nada perdido para
ti!/ ¡tuyo y nada más que tuyo es lo que has anhelado!/ ¡ tuyo es todo lo que
has amado y por lo que has luchado!...........Cree: ¡no naciste en vano!/ ¡No
viviste ni sufriste en vano!.....