lunes, 18 de marzo de 2024

VIVO EN MI CANCIÓN




 Cuadros:

“Autorretrato” (1628), Rembrandt van Rjin.

“Desnudo de hombre sentado” (autorretrato), Egon Schiele.

“Cristo muerto sostenido por un ángel”, Antonello de Messina.


Hiob 49-Stephan R. Warnemünde

 

Ich bin der Welt abhanden gekommen, estoy perdido para el mundo, lo he abandonado por voluntad propia, nadie me ha obligado a tomar esta decisión; hacía mucho tiempo que mi mente maquinaba esta desvinculación, pero eran tantos los impedimentos que me sujetaban a mi vida anterior que llegó un momento en el que me dije: hasta aquí llegué; al principio, cuando la idea estaba en ciernes y siempre muy bien acogida desde sus orígenes, temía a no atreverme a dar el paso definitivo hacia una ruptura; me veía muy vinculado a mi mundo, a desdeñar todo aquello que con tanto esfuerzo me había costado sudor y lágrimas; había creado todo un imperio industrial al cual me agarraba porque al tenerlo entre mis manos, al poderlo manejar, el sentido de posesión enardecía mi orgullo, por eso había que tomar con cautela aquella idea, sopesarla, no fuera a ser un desacierto caprichoso que más tarde tuviera que lamentar; desde un principio en mi fuero de la conciencia sabía que no iba a errar, no obstante me di algún tiempo para que éste tanteara tal decisión; a decir verdad fue de lo más sencillo dar el paso, además, me quedé tan pancho. Mi vida anterior se había complicado hasta tal extremo que mis resoluciones no sólo dependían de mí sino de un gran número de consejeros, organismos, técnicas de marketing, modernidades que se me escapaban de las manos y de la mente, aparte de la edad, ya no me veía capacitado para dirigir el tinglado que, sin querer, había surgido de una pequeña industria sin ánimo de grandes expectativas hasta convertirse en la mastodóntica maraña industrial que es hoy en día; se lo he dejado todo a mis hijos, ellos son los que se encargan de dirigirla y por lo que observo lo están haciendo bien, diría que muy bien. Yo soy un hombre de origen humilde, no me las doy de víctima, pero es verdad; de pequeño tuve una preparación muy elemental, tampoco fui un buen alumno, los estudios que adquirí fueron a base de renquear con la mayor parte de las asignaturas en las que, a no ser por el empuje de mis padres, no habría logrado ni un mínimo nivel aceptable. En una palabra: no estaba hecho para los libros, sino para el trabajo; mis hermanos y yo (éramos cuatro varones) salimos adelante gracias a una entrega encomiable por parte de padre y madre, si bien en nuestra familia la economía siempre se mantenía en mínimos, el espíritu de superación sobresalía ante cualquier iniciativa de prosperidad; ninguno de los cuatro hermanos logramos estudios universitarios, el trabajo era nuestra esperanza de vida y con gran tesón todos nos hicimos un hueco en una sociedad exigente que demandaba sacrificio sobre todo para aquél que partía de cero…Ahora que lo pienso el cero nunca me ha abandonado: partí de cero y al cero me dirijo, lo llevo conmigo desde el principio hasta el final, ¿cero con “c” o con “z”? Ahora que lo pronuncio me suena a nota, no a una nota musical, era a la nota escolar que un profesor de matemáticas me concedía en mi época infantil ante el rotundo fracaso de un examen; en voz alta leía las calificaciones: primero era el nombre del alumno, había un silencio y a continuación envuelto en rabia escupía un número: “cero”, nunca lo admití con “c”, siempre pensé que me merecía un cero, pero con “z”:”zero”; ¡cuántos números, cifras millonarias no habré ocasionado con mi entramado industrial!; mis aspiraciones nunca habían sido exorbitantes, quería abrirme camino en la vida creando una empresa familiar para poder llevar una existencia digna tanto para mí como para mi familia, pero no sé cómo el destino o la suerte, tal vez, se extralimitaron conmigo llegando a alcanzar cotas insospechadas de poder y riqueza que en ningún momento tenían hueco en mi mente; en los escasos instantes que mi vida tan atareada concedía a la reflexión, yo mismo me asustaba del potencial adquisitivo que había logrado, rodeándome de un mundo que me parecía impropio de un ser humano debido al exceso, llegando a veces al agobio y al asqueamiento, pero nunca dije nada a mi entorno: veía a mi esposa e hijos contentos, pues a callar, a callar, a callar, a callar…y de tanto callar se fue enquistando una obsesión declinante, de abandono, de saber con certeza que llegaría un día en que pronunciaría unas palabras mágicas: “ ahí os queda todo”, pero ese día aún no estaba fijado, la edad y la experiencia lo marcarían con sencillez, sin pompa, y así es como fue. Mit der ich sonst viele Zeit verdorben, en el que sin embargo malgasté mucho tiempo. No sé por qué le estoy hablando a esta grabadora desde hace un momento, hace tiempo que no hablo, aunque haya abandonado el mundo eso no significa que no desee hablar; ya me he acostumbrado a estar en silencio, ya no me va el hablar por hablar, el hablar para dar órdenes, para dirigir; sin querer y a medida que iba entrando en años he ido cediendo en el cargo de presidente y dando paso a mis hijos que son ahora quienes manejan “el imperio”, me he ido quedando callado porque ya advertía que mi voz, que proyectaba mis ideas, carecía del potencial, del arranque que en un principio poseía, me daba cuenta de que debía transferir a otras voces la mía y casi no hablaba porque no tenía interlocutor; ahora estoy en situación parecida, de esta grabadora sé que no voy a obtener ninguna oposición ante los pareceres que yo exprese; como buena máquina, fiel a los dictámenes de su diseñador, conservará mi habla y en ésta mis últimas palabras, mis sentimientos y ¡cómo no! mi canción. Otra de las grandes sorpresas que me ha dado la vida ahora es la afición a cantar, jamás en mis largos años de existencia había experimentado tal necesidad, porque es una necesidad; supe y sé que siempre he cantado terriblemente mal y lo sigo haciendo, pero me da igual, soy consciente de que  me sienta bien, me tranquiliza; el cantar equilibra mi mundo pasado, presente y futuro: amaina el ímpetu de mi juventud si algo queda, la realidad se muestra tal como es y cubrirá unas carencias futuras propias de la edad avanzada. No me importa si alguien escucha esta grabación en algún tiempo posterior, simplemente estoy hablando y acreditando un momento actual y real de mi vida, no es una confesión tampoco, sencillamente hablo de mí  en mi presente realidad… Vivo en esta pequeña casa rodeada de bosques, la compré hace mucho tiempo cuando aquel hombre emprendedor que yo fui empezaba a adquirir ganancias con sus primeros éxitos empresariales, esto fue mucho antes de que todo se desbocara, mi esposa y yo la habíamos comprado con la idea de pasar fines de semana o algunos días de asueto con nuestros hijos, pero ni la pisamos, surgió la marabunta, aquel emprendedor que se conformaba con la sencillez de logros insignificantes se vio arrastrado por un tinglado empresarial que crecía como la espuma, las pequeñas ilusiones se magnificaron y su esencia primigenia quedó relegada al olvido…Echo tanto de menos a mi esposa Guisande. Estuve tan enamorado de ella y lo sigo estando a pesar de su ausencia. Su fallecimiento hace cinco años me dejo extraviado, con un enorme vacío, ya que lo llenaba todo, su sensibilidad era tan exquisita que aquello que tocaba o decía lo insuflaba con su impronta tan personal, algo muy innato en ella; durante estos cinco años he pensado mucho en nuestra relación; en mis años mozos reconozco que fui un poco cabra loca y algo picaflor, contemplaba la vida en toda su amplitud y esa euforia juvenil y vital me incitaba a poder abarcarlo todo, a desearlo todo e ignoraba lo que era la renuncia; durante este tiempo su ausencia me ha convertido en un hombre más reflexivo y su añoranza no ha sido tan dolorosa porque he aprendido a valorar todo lo que Guisande me aportó; últimamente hay un verbo que asedia mi mente, que surge cuando evoco su recuerdo y es el verbo “pulir”, reconozco que ella me pulió, pulió a aquel hombre que estaba hecho para el trabajo, para lo material, que ignoraba que detrás de toda superficie hay una esencia espiritual que hay que sacar a la luz; a no ser por su sensibilidad seguiría siendo un pobre hombre rico y me habría perdido el gran descubrimiento que enardece el espíritu humano: el arte. Guisande fue la que creó nuestra colección de arte, ni por asomo se me habría ocurrido convertirme en coleccionista, pero el dinero abundaba, había que invertirlo, aunque no creo que éste fuera el móvil principal; era su naturaleza lo que la empujaba a rodearse de lo bello, su sensibilidad se proyectaba hacia un equilibrio con la belleza impuesta por unos cánones sin rechazar el lado oscuro que ésta pueda manifestar; era muy consciente de la época que le había tocado vivir, si al principio nuestras adquisiciones se basaban en obras clásicas, pronto se vieron alteradas con pintura moderna; sabía que eran tiempos convulsos, por lo tanto el arte estaba con ellos, necesitaba adquirir algunas de aquellas pinturas que atestiguasen momentos en los que ella había estado presente, su esfuerzo por mantener en la colección una estética externa sin menospreciar los atrevimientos del arte moderno era muy laudable. Sie hat so lange nichts von mir vernommen, sie mag wohl glauben, ich sei gestorben! ¡Hace tanto que no se habla de mí, que bien puede parecer que estoy muerto!. ¿Cómo descubrí mi canción? Indudablemente a no ser por Guisande, yo, por  mis conocimientos personales me habría sido imposible; hace tiempo vino a buscarme a mis “cuarteles generales” y me dijo que la acompañara, no insinuó el motivo, estaba muy ocupado, pero me lo pidió de tal forma que no pude negarme, delegué en otros mis tareas y  me fui con ella; era una noche de invierno y a pesar del frío fuimos caminando, ambos íbamos muy abrigados y sin embargo sentí la necesidad de cogerla del brazo, de atraerla hacia mí y de formar una única unidad corpórea; durante el trayecto ni por un momento me cuestioné dónde se hallaba nuestra meta, tampoco nos hablamos, rodeados por aquel aire gélido nos mirábamos y sentí que me daba lo mismo el fin que nos aguardaba porque con ella me iría al fin del mundo, ya no era aquel superhombre que los demás veían en mí, era un simple hombre en el que afloraban unos sentimientos de lo más sencillo y conducidos por ella me llenaban de felicidad; y llegamos donde teníamos que llegar, donde Guisande quería llegar, adonde yo no sabía llegar: una sala de conciertos; me dejé llevar por ella porque desconocía el protocolo de un lugar frecuentado por las emociones; mi mundo, o al menos eso era lo que creía, pertenecía a lo material, a lo tangible; las emociones pululaban por un plano superior al cual solamente unos cuantos privilegiados tenían acceso, yo me excluía de ellos y era por ignorancia porque a la larga y gracias a Guisande, descubrí que también tenía un hueco, que detrás de una fachada de prepotencia existía una sensibilidad capaz de experimentar alteraciones anímicas y espirituales innatas en todo ser humano; dejamos nuestros abrigos en el guardarropa, nos entregaron unos programas de mano y tomamos asiento, la sala estaba abarrotada de público, me encontraba como un pez fuera del agua, pero llegó un momento en que sólo tenía ojos para Guisande y el escenario; de repente todo lo que me rodeaba pasó a un segundo plano y la música comenzó; he de decir que al principio me costó mucho entrar en aquel mundo de armonías, me encontraba perdido entre aquellas sonoridades a las que no estaba acostumbrado; a medida que la música seguía su curso me di cuenta de que aquello era otro mundo, el programa que estaban interpretando me era desconocido, eran canciones ejecutadas por un cantante acompañado de orquesta; no era muy entendido, pero lo que allí se interpretaba me llegaba al corazón; no sé lo que me pasó con una de aquellas canciones que me quedé paralizado, me sorprendió de tal manera que era como si llegase a descubrir algo que llevaba tiempo buscando, me sentí desorientado y alcancé la mano de Guisande, estaba como hipnotizada con aquella música, me miró y me sonrió y en su rostro leí una confirmación como diciéndome: aquí tienes tu canción; acepté la idea rápidamente por su brillantez y mi instinto de posesión se agazapó sobre ella, pero al mismo tiempo algo en mi interior me retuvo convenciéndome de que no estaba en mi mundo material donde todo se compra y todo se vende, tendría que conformarme con escucharla y sobre todo con sentirla; desde aquel entonces ha permanecido callada, a la espera de que yo pudiera prestarle atención, de tener el tiempo suficiente para entregarme a ella y ahora, mi momento actual es el idóneo para disfrutarla…sigo preguntándome por qué le hablo a esta grabadora, tal vez porque motiva mi discurso, mi monólogo ¡quién me iba a decir que terminaría hablando solo! ¡Quién me iba a decir que terminaría viviendo solo sin estar rodeado por una corte de aduladores pululando por mi entorno casi las veinticuatro horas del día! ¡Quién me iba a decir que después de haber amasado una fortuna me iba a quedar únicamente con una canción y tres cuadros! ¡Quién me iba a decir que después de vivir en mansiones mi refugio, mi mirada, iba a ser esta pequeña casa rodeada de bosques adquirida por unas ganancias en ciernes que apenas pude disfrutar y que es ahora en mi madurez, más bien diría en mi vejez, cuando le saco partido! ¡Quién  me iba a decir que quedé del asfalto hasta la coronilla y que ahora me paseo por estos bosques como Perico por su casa gozando de la naturaleza durante las diferentes estaciones del año!. Ahora tengo tiempo para todo, no hago grandes cosas, pero me doy cuenta de que soy muy receptivo con los pequeños instantes del día, soy muy consciente de ellos, los saboreo y encuentro que hay vida, que mi vida no sólo estaba formada por la toma de grandes decisiones que, con sus preocupaciones, me alejaban de una pausada reflexión; creo que el auténtico yo se encuentra en mi primera etapa de vida, es decir, mi infancia y mi juventud, porque actuaba tal y como era: no tenía nada que perder, y ahora, porque no tengo nada que ganar, enfoco mi vida y puedo hablar de ella con toda claridad, con la objetividad que me proporciona el tiempo y al no haber intereses de por medio: al pan, pan y al vino, vino; y hablando de vino me apetece una copa, se me seca la boca y es de hablar ¡ojalá lo compartiera con alguien! Aunque siempre puedo brindar por la salud de un futuro oyente; mi otra etapa, la de madurez, la del desenfreno, la del enriquecimiento, la del poderío, la del pudrimiento también…la del pudrerío…creo que me estoy inventando esta palabra, ¿irán ligados ambos conceptos? En muchos casos sí, pero prefiero callarme, pues esa etapa, que ha ocupado la mayor parte de mi existencia, la considero como la del fingimiento, la de la anulación del ser humano en aras del éxito, arrasando con todo lo que se interponía, ciego por llegar a la meta y saciar una sed en un desierto al cual había sido convocado y sin saber quién me había reclamado, ¿mi destino? Quizá; contemplando ese pasado reciente y desde la serenidad que ahora poseo, reconozco que he cometido errores que debería haber enmendado en su momento, que ahora ya no hay remedio, sólo puedo mirar hacia atrás con cierto arrepentimiento, pero sin la efectividad que éste habría causado entonces; a mis hijos les deseo lo mejor, espero que hayan aprendido de los fallos de su padre, en sus manos deposité todo mi “imperio”, que sepan gestionarlo en un mundo tan convulso y que un rayo de humanidad destelle siempre en sus decisiones, se lo dice su padre desde la distancia, desde la experiencia y que si zozobran en algún momento, mantengan el equilibrio y si no es posible, la caída también va implícita en la dignidad humana. Es ist mir auch gar nichts daran gelegen, ob sie mich für gestorben hält, no me importa mucho si paso por muerto; la muerte no me preocupa, es cierto que en algún momento la temía porque creía que todavía no había cumplido con las expectativas de vida que me había marcado; cuando a veces me asedian los miedos, por mucho que me envalentone y convencido de que los había superado, sucumbo ante ellos convirtiéndome en un ser muy frágil y recurro rápidamente a mi canción, me voy a mi dormitorio y contemplo mi “ Cristo muerto” que está situado a los pies de mi cama, canto en voz muy baja y vuelvo la mirada hacia la cabecera donde se encuentra mi “autorretrato” de cuando era joven, poco a poco mi mundo interior se va recomponiendo: con mi pasado a la cabecera, mi yo presente reparándose y mi futuro a los pies, es una conjunción contemplativa de toda una vida armonizada por el susurro de mi canción. Ahora que ha pasado el tiempo reconozco la deuda enorme que tengo aún pendiente con Guisande, ahora me doy cuenta de que me ha dejado preparado para mi limitado futuro, para vivir en soledad, para no sentirme solo acompañado por sus aportaciones espirituales: su amor por la música, por el arte…creo que sentía amor por todo aquello que ennobleciera a cualquier ser cediéndolo desinteresadamente para que los demás pudieran también disfrutar y al mismo tiempo compartir con ella esas elevadas emociones que en común se sienten. Cuando tomé la decisión de abandonar mi mundo, fue una decisión en el sentido más amplio de la palabra, no sólo abandonaba lugares, amistades, costumbres…sino también mis posesiones más materiales y monetarias, ésas de las que el ser humano no se desprende ni hasta en el mismísimo lecho de muerte; cuando dije: “ahí os queda todo” es que allí quedaba todo, bueno, con una pequeña excepción que era mínima ante el enorme capital acumulado; de lo inmaterial me traje mi canción y de lo material tres cuadros pertenecientes a la colección de pintura que Guisande tan inteligentemente había creado y me los traje para esta casa, convivo con ellos, me hacen compañía y en ellos está plasmada en pintura mi biografía; alguien en algún momento me había insinuado y animado a que escribiera mi autobiografía: la vida de un hombre surgido de la nada; ni ayudado ni por propia iniciativa se me hubiese ocurrido plasmar por escrito mi existencia, nunca fui un hombre de letras por lo tanto: zapatero a tus zapatos; yo nunca adquirí esas pinturas, fue ella, Guisande, la encargada de incorporarlas a la colección, fueron de su gusto y del mío también, por qué negarlo, pero nunca encontré un paralelismo entre las tres hasta muy tarde, a medida que pasaba el tiempo había como una narración secreta entre ellas que podría dar paso a la descripción de una vida, de mi vida; a fuerza de contemplarlas en mis escasos ratos de ocio, empezó a existir una identificación subliminal en un principio que poco a poco se fue convirtiendo en un reconocimiento patente de mi persona en aquellas imágenes; por instinto surgió en mí el afán de posesión, pero ya las poseía; pronto reconocí aquel impulso, el mismo que había experimentado en su momento con mi canción y humildemente admití que el secreto no radicaba en la posesión sino en la contemplación; a medida que aquella idea de abandonarlo todo se afianzaba en mi mente, aquellas pinturas, no sé cómo, adquirieron ya un sentido narrativo en el cual mi vida se plasmaba en imágenes y no en palabras, ¡qué mejor síntesis de mi vida que aquellos cuadros!; sobre esto nunca manifesté mi parecer personal, era tan íntimo que no me pareció oportuno darlo a conocer, aunque Guisande sospechaba algo, lo sé, y sin embargo, un profundo silencio cubrió mi particular explicación sobre la simbiosis de aquellas imágenes…esta grabadora es la que desvelará el misterio, si lo hay, a alguien que sienta curiosidad; y hay un tercer cuadro que está colgado en la sala, es más grande y también el más impactante: es el desnudo de un hombre sentado, el que yo sitúo en el periodo intermedio de mi vida, digamos el que representa mi vida activa, productiva, laboral y…enloquecida; ese cuerpo febril, ese ardor por salirse del cuadro y asir los placeres terrenales, comerse el mundo, abrazándolos, ocultando el rostro porque no es necesario mostrarlo debido a la ceguera, solamente basta el cuerpo de líneas cortantes para resquebrajar espacios, para abrirse camino ante las dificultades…así me vi yo y me veo en mi época de esplendor…un hombre de pretensiones muy normales arrastrado por un torbellino de circunstancias favorables a una cima inesperada para mí. No echo de menos mi vida anterior después de haberme despojado de tanta inutilidad, me siento liberado y aliviado de una carga cuyo sobrepeso ya a mi edad no soportaba, ¿qué hago ahora? Pues una vez pasadas las prisas, los agobios, los insomnios causados por las responsabilidades…prácticamente puedo decir que no hago nada, nada de lo que hacía con anterioridad, nada lucrativo de donde se sacara una productividad económica, ahora me dedico a la reflexión, a la contemplación, a analizar lo que antes no podía por falta de tiempo o por falta de ganas debido al agotamiento; creo que es un lujo, aunque alguien piense que es una pérdida de tiempo, ¡allá cada cual! , por primera vez tengo la oportunidad de darme cuenta de que vivo, de disfrutar de mis escasas posesiones y de mis múltiples reflexiones y observaciones. Cuando paseo por estos bosques contemplo la cambiante naturaleza con el paso de las estaciones, y canto, y canto  mi canción en voz muy baja, no quiero molestar el gorjeo de los pájaros ni el roce de las hojas agitadas por un aire ligero, ¡hay tanta sutileza en esos sonidos! Y entre ellos también incluyo mi canción; me siento bien en este entorno y sobre todo paz y silencio, de los que siempre anduve escaso durante parte de mi vida; hoy en día, ésta se encuentra llena de rutina, lo sé, pero al menos noto que respiro, que dispongo de tiempo para valorar una existencia que daba por asumida y no requería atención; cuando camino capto el crujir de las hojas secas bajo mis pies que mullen mis pasos, palpo los troncos de los árboles que encuentro en mis caminatas y en ellos su rugosidad, su aspereza o la etérea suavidad que me transmiten…y así me eternizaría contando mis pequeños descubrimientos que para mí tienen tanta importancia como cualquier logro de mi etapa anterior. Nunca olvidaré el día en el que reuní a mis hijos para darles la gran noticia: “ahí os queda todo”, el silencio se tiñó de sorpresa, sus rostros quedaron perplejos y hubo un rápido intento para que sopesara mi decisión, pero en seguida observaron en mi rostro que no iba a revocar; una vez asumida la noticia, les comuniqué que lo único que me iba a llevar eran tres cuadros, no se opusieron en absoluto, de hecho ellos se ofrecieron a su transporte y aquí me los trajeron. Ich kann auch gar nichts sagen dagegen, denn wirklich bin ich gestorben, gestorben der Welt, de ningún modo puedo además decir nada en contra, pues realmente estoy muerto para el mundo. Los coloqué instintivamente, después observé que estaban en el lugar idóneo: el pequeño autorretrato que me mira desde la cabecera de la cama está en penumbra, pero esa mancha de luz que destaca en parte de su mejilla y cuello es como el inicio del alba que más tarde iluminará todo el rostro con su claridad dejando atrás una juventud que despuntará hacia la madurez; lo contemplo y me contempla y casi no me reconozco porque ha transcurrido tanto tiempo que éste parece haber difuminado un pasado remoto que, sin embargo, aunque parezca mentira, permanece en mí; aún conservo algo de aquel joven que se interesa por la vida, por conocer, por descubrir aspectos de una existencia en donde la curiosidad se encuentra a sus anchas, si bien con cierto sosiego y con las pautas que impone la edad adulta; y a los pies de mi cama cuelga ese Cristo muerto, augura un futuro en el cual nunca había pensado detenidamente, me parecía lejano debido a la vida tan atareada que había llevado, ni un momento de reflexión dedicado a un final que portaba conmigo desde mi nacimiento; cuando despierto contemplo ambas pinturas e ingenuamente pienso que forman parte de mi cabeza y pies, me levanto y me dirijo a la sala y allí cuelga el otro cuadro, la parte que faltaba para contemplar mi rompecabezas y de esa situación siempre surgen unas preguntas: ¿por qué a veces me siento tan simple y otras tan complicado? ¿por qué a veces me siento tan quebradizo y otras tan, tan, tan…robustecido? ¿qué me ha enseñado la vida? ¿a cantar, tal vez? Ojalá, canto mi canción y hasta para eso lo hago mal; tengo la sensación de que nunca he aprendido nada correctamente, perfectamente, de que el azar ha movido mi vida a su capricho y cuando ponía empeño en conseguir cierta perfección, éste me sacudía y me apartaba de mis buenas intenciones; en fin, canto lo mejor que puedo, que para mí en este campo ya es un auténtico logro, canto para mis adentros y si me siento inspirado, cuando paseo por los bosques, también animo el ambiente, aporto mi granito de arena, claro está, no me puedo comparar con el canto de los pájaros…y un secreto, cuando estoy tan motivado, hasta me abrazo a los árboles porque necesito abrazarlos, porque necesito abrazar a alguien, porque a quien abrazaba ya no está, porque necesito ahuyentar de mi interior la sensación de soledad y sé que ellos me entienden porque en su silencio mi canción crece, se hace importante y yo también a pesar de la mala interpretación…muy poco más tengo que contar a esta grabadora, mi mundo se ha reducido por voluntad propia, de aquel potentado ya sólo queda su sombra y me basta, por lo tanto debo concluir mi canción antes de apagar este artilugio: Ich bin gestorben dem Weltgetümmel und ruh’ in einem stillen Gebiet! Ich leb’ allein in meinem Himmel, in meinem Lieben, in meinem Lieben, in meinem Lied, estoy muerto para el tumulto del mundo y reposo en un tranquilo rincón. Vivo solitario en mi cielo, en mi amor, en mi canción…¡Clic!.Gustav Mahler - "Ich bin der Welt abhanden gekommen" (Rückert) - Fischer-Dieskau (youtube.com)

 

Ich bin der Welt abhanden gekommen,

mit der ich sonst viele Zeit verdorben;

sie hat so lange nichts von mir vernommen,

sie mag wohl glauben, ich sei gestorben!

Es ist mir auch gar nichts daran gelegen,

ob sie mich für gestorben hält.

Ich kann auch gar nichts sagen dagegen,

denn wirklich bin ich gestorben, gestorben der Welt.

Ich bin gestorben dem Weltgetümmel

und ruh’ in einem stillen Gebiet.

Ich leb’ allein in meinem Himmel,

in meinem Lieben, in meinem Lieben, in meinem Lied.

           Ich bin der Welt abhanden gekommen

                 Rückert-Lieder, G. Mahler.

 

Estoy perdido para el mundo,

en el que sin embargo malgasté mucho tiempo;

¡hace tanto que no se ha hablado de mí,

que bien puede parecer que estoy muerto!

No me importa mucho

si paso por muerto.

De ningún modo puedo además decir nada en contra,

pues realmente estoy muerto para el mundo.

Estoy muerto para el tumulto del mundo

y reposo en un tranquilo rincón.

Vivo solitario en mi cielo,

en mi amor, en mi canción.

          Traducción de Fernando Pérez Cárceles